martes, mayo 23, 2006

Los Trabajos de Sendero


Con el nombre de trabajos de sendero se conoce en la tradición mágica occidental a una técnica de meditación guiada, en donde el prácticante viaja con su imaginación recorriendo una ruta pre-establecida y teniendo contacto con seres espirituales en cada escala del camino. Se supone que en cierto momento la imagen es animada por la esencia de los seres que se pretende contactar y la relación deja de ser solo un acto de imaginación. En el esoterimo occidental, el mapa de conciencia con el que más comúnmente se trabaja, es el Arbol de la Vida de la tradición cabalística, sin embargo hay otras opciones, como pudiera ser la saga Arturiana, el viaje del loco a través de las cartas del Tarot, los trabajos de Hércules, etc.Este recurso siendo común a varias tradiciones es motivo de reflexiones interesantes, a continuación algunos ideas alrededor de los trabajos de sendero.La práctica de la imaginación activa es la esencia de la Cábala, en la cual el manejo mental de letras, números, y formas geométricas en dos y tres dimensiones supuestamente lleva a la comprensión del plan creativo de Dios. Este entendimiento puede eventualmente llevar al cabalista a la convicción de conocer a Dios. Las mismas técnicas eran practicadas por los sufís, y otros grupos místicos.En la Edad Media del cristianismo occidental fueron los judíos y los islámicos, quienes cultivaron tales técnicas y las artes a ellas asociadas Estas pasaron, con el tiempo, al mundo cristiano y vinieron a formar parte de las enseñanzas secretas de las guildas de masones, cuyas imágenes delatan sus orígenes por estar sacadas exclusivamente del Viejo Testamento.La tradición esotérica occidental ha enfatizado siempre el uso de la imaginación como el medio primordial de acceso a los mundos superiores. Todas las escuelas esotéricas, hasta donde yo sé, instruyen a sus alumnos en la visualización e imaginación creativa. Los sentidos internos pueden ser fortalecidos, tal como los músculos de un atleta o la destreza de un músico es desarrollada a través del entrenamiento. El tiempo, el esfuerzo y la dedicación que se requieren son comparables, en los tres casos, al igual que la necesidad de una disposición genética.Hay varias maneras de estimular la imaginación, incluyendo el ayuno, la privación de sueño y una amplia serie de drogas. La meta, es superar su usual imprecisión y aspecto borroso y lograr un grado de claridad y realidad que rivalice con el estado de vigilia.El entrenamiento de los Cabalistas y Sufís, sujeto como lo estaba a sus convicciones religiosas y a las enseñanzas de sus libros sagrados, conducía al viajero imaginativo a encontrar un mundo con una topografía y población definidas. Obviamente, las versiones judía y musulmana diferían, salvo tal vez en la misma cúspide donde los ángeles y sus cielos daban indicios de la presencia de Yahveh, o Allah. El propósito de visitar esas regiones por medio de la meditación era la purificación del alma a través de la experiencia de los mundos superiores, no la indulgencia en la Disneylandia astral, que es familiar a los consumidores de drogas. Los devotos esperaban encontrarse con la confirmación de su fe, la cual, en su mayor parte, recibían debidamente.Desde luego, Dante no describe un cosmos judío o musulmán, sino uno basado en una doctrina cristiana y especialmente escolástica, y muy colorido, especialmente en el Infierno, por su propia programación personal y política. Su narración es tan circunstancial, tan vívida, detallada y poéticamente memorable, que por siglos ha alimentado la imaginación de sus compatriotas. Leer a Dante o cualquier otro trabajo sobre la imaginación visionaria, es compartir de modo pasivo esa experiencia, que es todo lo que la mayor parte de nosotros puede esperar o aun desear. Pero no hay que menospreciar el poder de estos trabajos de la imaginación. Sus imágenes míticas y símbolos se alojan en nuestras propias almas y pueblan el mundo interior de nuestros sueños.El cristiano medieval que vivía su vida envuelto en los relatos, los cantos, la poesía y las imágenes visuales de la fe cristiana no podía ser otra cosa que un cristiano. Como tampoco podía el musulmán medieval ser otra cosa que un musulmán. El uno estaba tan convencido de un cielo de santos y ángeles cantando, como el otro de un jardín del Paraíso lleno de núbiles vírgenes. Cada uno estaba verdaderamente dispuesto a arriesgar su vida peleando contra el otro.Pocos siglos después de Dante, Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, desarrolló un sofisticado método de imaginación activa que sirvió exactamente para el propósito de adoctrinación. Sus ejercicios espirituales estaban destinados a ser la base de la educación jesuita, especialmente para aquellos que se unían a la Orden, pero también en versiones modificadas para niños y laicos. La parte central de los ejercicios era la imaginación de episodios de los evangelios, que debían ser evocados internamente con la mayor realidad y detalle como fuera posible. No sólo había que despertar los sentidos internos sino las emociones, para que los sufrimientos de Jesús, los gozos y los pesares de María, etc., se convirtieran en los del espectador. Tal poder tiene la imaginación que, en casos excepcionales, a través de algún proceso psicofísico inexplicable por la ciencia médica, aparecía un estigma en el cuerpo del devoto. En el siglo dieciocho ocurrió una de las irrupciones más fenomenales en el mundo de la imaginación: la de Emmanuel Swedenborg, científico y estadista distinguido. Cuando joven, Swedenborg había estudiado las prácticas cabalísticas en la comunidad judía de Londres y había penetrado algunos de los secretos de la respiración controlada y el yoga sexual, como nosotros hoy podríamos llamarlo. Esto sentó la base para que pudiera penetrar en 1744, a la edad de 56 años, en los cielos e infiernos del universo. Pasó el resto de su larga vida escribiendo tratados teológicos basados en sus visiones. Sus interminables crónicas acerca de conversaciones con los espíritus son a menudo cómicas –y él era bien consciente de ello; sin embargo, no hay ninguna sugerencia de que la experiencia fuera imaginaria o meramente alegórica. Swedenborg humildemente aceptó su rol como portador de una nueva revelación de Dios para la humanidad y como fundador de una Nueva Iglesia para una nueva era.El comienzo del siglo diecinueve vio un desarrollo más allá en la exploración del mundo imaginal. Los seguidores de Anton Mesmer descubrieron que la gente, por lo general las mujeres, a la que se había puesto bajo trance hipnótico, podía a veces describir lugares no de esta tierra, y contestar preguntas acerca de cosas que nunca conocieron en estado de vigilia. Algunos, como Swedenborg y Dante, habían podido conversar con espíritus fallecidos, y por lo tanto describir el mundo que supuestamente nos espera a todos después de la muerte. No importa que los "espíritus" fueran frecuentemente descubiertos en disparates y mentiras (como Swedenborg ya había notado), o que los diversos relatos de otros mundos fueran contradictorios: los médiums decían lo que sus oyentes estaban ansiosos de oír.La gran interrogante acerca de lo que se experimenta en la imaginación activa atañe a su objetividad. Los sufís de Persia, principalmente Sohrawardi entre ellos, afirmaron que el mundo de Hurqalya al que accedían interiormente era en verdad un mundo objetivo, pero sin un substrato material. Por lo tanto, otros siguiendo la misma práctica se encontraban en los mismos lugares, tan ciertamente como dos viajeros a Bagdad estarían de acuerdo en que habían visitado la misma ciudad. El mismo principio se aplica a la práctica cabalística aunque ahí la experiencia tiende a ser más matemáticamente abstracta.¿Pero cómo explicamos las diferencias impresionantes entre lo que allí se encuentra dependiendo de cuál sea la religión del filósofo? Mientras que el filósofo de Platón se encontraba con los dioses griegos, el sufí encuentra ángeles y "maestros que han ascendido". Los cabalistas pueden explorar, órgano por órgano y pelo por pelo, el cuerpo macrocósmico de su Dios. Los cristianos como Dante y Swedenborg probablemente vean el Infierno, como también el Cielo, y así sucesivamente. Las diferencias son suficientes para que el agnóstico moderno no-viajero se vuelva completamente escéptico acerca de la objetividad del Otro Mundo.Esto es como si cada religión y secta fuera una especie de club exclusivo. Las mentes de los miembros están llenas, desde la niñez, con cierto conjunto de ideas y símbolos que estructuran su mundo imaginativo, su filosofía y sus expectativas de vida después de la muerte reduce al mínimo. Cuando esas personas poco comunes, dotadas y entrenadas para las prácticas esotéricas se embarcaban en sus meditaciones, era dentro de ese mismo consenso. Ellos veían, oían, sentían y olían un ambiente que pudo haber sido nuevo y lleno de maravillas y sorpresas, pero estaba aún controlado por su fe y expectativas. Sólo cuando el místico iba más allá de los sentidos internos estaba liberado de lo que había aprendido a través de los sentidos externos. Entonces, como todos los estudiantes de misticismo saben, las descripciones se vuelven inseguras: el místico no puede encontrar palabras para la experiencia. Todo es luz y unidad y paradojas donde la mente racional no tiene en qué apoyarse.Como se ve al hablar de trabajos de sendero nos situamos al filo de la navaja entre magia y misticismo.

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