martes, junio 20, 2006
La Maldición del Mago
El camino del Mago es uno donde se pretende acceder a estados de conciencia más amplios; más allá de títulos, rangos, o ceremonias iniciáticas, el marcador real del progreso del aspirante es poderse modificar él mismo y su entorno, una vez alcanzado el conocimiento que tan afanosamente busca. Es posible que la serpiente –un símbolo de sabiduría- no mintiera cuando afirmó que seríamos como Dioses al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Estoy tentado a hacer una digresión para explicar como la traducción del antiguo testamento ordenada por Tolomeo II es apócrifa, puesto que las historias de Adan, Eva y la Serpiente introducidas en la versión griega no tienen correspondencias en el original hebreo. Y que estas alegorías fueron puestas por los traductores esenios que no estaban dispuestos a revelar los tesoros de sus libros sagrados; pero baste con la acotación.
El caso es que el objetivo del Mago es trascender su condición y alcanzar logros espirituales más altos, lo cuál entraña una serie de peligros entre los que se encuentran lo que se ha venido a llamar la maldición del mago. En otras palabras el aspirante puede pensar que, por lo que hace, es alguien especial, sin llegar a comprender que todos en ésta vida estamos en algún tipo de proceso de aprendizaje. Asimismo uno puede creer que tiene una misión sagrada, ó que el resto del mundo es necio y estúpido. Es por eso que todas las escuelas de misterios enfatizaban el autoconocimiento como una forma de purificación previa al despertar a realidades ocultas. En la mayor parte de las iniciaciones, hay una parte del ritual que implica vendar los ojos del aspirante, o encerrarlo en una bóveda o tumba, para posteriormente exponerlo a la luz. Es decir se le pasa de la oscuridad de la ignorancia a la luz de los misterios. Pero el conocimiento como toda gracia implica la responsabilidad de saber manejarlo. Durante estos últimos años he tenido oportunidad de tratar con personas que encuadraban en la definición de Mago, algunos con el ego tan inflado que recordaban al sapo de la fábula que quería ser tan grande como el toro y al final de tanto tragar aire reventaba; que casi a la menor provocación o cuestionamiento de su saber estaban prestos a declarar una guerra mágica. Afortunadamente son los menos, la mayoría transita en forma silenciosa su camino, sin ocultar o justificar sus fallas. Con el coraje para transmutar en ventajas sus limitaciones, sin huir de sus demonios los enfrentan uno a uno para aprovechar su energía en cosas constructivas. A la manera del rey Salomón de quién se dice empleo huestes infernales para construir el templo que serviría para alabar la gloria de su Dios.
Tan discretos y humildes como sabios y poderosos, algunos de ellos agrupados en ordenes, otros cuantos solitarios, para ellos mi respeto y admiración.
Y hablando de practicantes discretos,y siempre dispuestos a echarle un cable a quien lo pida, la idea base para elaborar éste texto me surgió al leer la página de círculo dorado http://www.circulodorado.com/ donde se hace mención al tema.
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