Todo tiene su tiempo ;y todo lo que se quiere debajo del cielo
tiene su hora. Eclesiastés 3:1
Si no existieran leyes que gobernaran el universo, reinaría el caos y la vida no sería posible. Ajustar nuestra existencia a los tiempos y circunstancias que marcan esas leyes, nos permite estar en armonía, y evitarnos el esfuerzo inútil de nadar contra corriente.
Esto es una cosa de sentido común; uno siembra para cosechar, no para ver malogrados sus afanes. Así, de la misma manera que se escoge el momento de abonar la tierra, plantar la semilla y regarla. Hay un tiempo propicio para que las decisiones que tomamos fructifiquen.
Cuando los apóstoles le preguntaron a Jesús el Cristo el porque le hablaba al pueblo con parábolas, éste les respondió, “porque los secretos del cielo son para ustedes, para ellos no” el meditar sobre esta respuesta nos conduce a dos conclusiones, hay un conocimiento velado a la mayoría de la gente, y éste conocimiento es susceptible de ser adquirido en función del desarrollo espiritual propio. Ciertamente es una gran motivación para continuar con el estudio, la meditación y la práctica esotérica., como resultado de ese camino personal de aprendizaje, a lo largo de los años he adquirido la comprensión de algunas de las claves que rigen la mecánica del universo. Al examinar los procesos que condujeron al desarrollo de las grandes civilizaciones, nos damos cuenta de que la observación y registro de los cambios de la naturaleza era de capital importancia, pues servía entre otras cosas para determinar los ciclos de la agricultura; pero el hombre se dio cuenta de que los cambios en su entorno no solo tenían que ver con el clima, las mareas y el desarrollo de las cosechas, sino que sus influencias lo afectaban de muchas formas.
La paz y la guerra se sincronizaban con las posiciones de los planetas, al igual que los períodos de abundancia y escasez. La luna regulaba la fertilidad y de alguna manera nuestras emociones, ciertos lugares propiciaban la meditación y el misticismo y eran escogidos para levantar templos.
Nuestros ciclos de vigilia y sueño están determinados por la cantidad de luz solar; inclusive una función tan básica como la respiración es menos automática de lo que creemos.
Haga el siguiente experimento; lleve la palma de la mano frente a la nariz y determine de que lado siente el flujo de aire al salir. Cada dos horas cambia la fosa por la que respiramos y cada veinticuatro minutos la cantidad de aire que fluye a nuestros pulmones conectando nuestros cuerpos con una variante de la energía que en la India se conoce como Tattwa y que sostiene la vida. Esto último no necesariamente es así en todas las personas, puesto que el hombre en su inconsciencia ha optado de apartarse de los ciclos de la naturaleza en su propio perjuicio, pero en general así funciona nuestro ciclo respiratorio.
Lo anterior es fácil de observar y nos demuestra hasta que punto estamos enlazados con el universo; si tan solo pudiéramos sentir sus energías tendríamos una vida más fácil sintiendo a cada instante el viento a las espaldas impulsándonos a alcanzar nuestro destino.
viernes, marzo 17, 2006
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1 comentario:
Gracias por la visita, y si, sí ya la lei el retorno, aunque no esta tan a mi modo, pero mejor así y no muerta, no??? te dejo un beso
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