domingo, abril 16, 2006

Sincronicidad

Tenía veinticinco años y como todos alguna vez, me había enamorado de quien no debía. Viendolo en retrospectiva, no era ni la más hermosa, ni la más inteligente, ni la más interesante, ni la mejor amante de entre las mujeres de mi vida. Pero era perversa, tenía un genio innato para comprender mis miedos más arraigados y manipularme a través de ellos. El miedo a ser abandonado, a no ser digno de ser amado, a fallar. Yo era el noviecito santo que le enseñaba sus papas para que no la fastidiaran, mientras se daba gusto con quien se le antojaba. Me sentía anulado, pero dependiente a rabiar, hasta que ya no pude sostener la situación, renuncie a un trabajo bien pagado y con futuro, y me preparé para mudarme de la ciudad de México donde vivia entonces, cuando fui a despedirme me hizo saber que no le importaba que me fuera, que igual para lo que me quería había otros. El momento en que si uno fuera sensato, diría compermiso ,voy a recoger los pedazos de mi corazón,y a barrer lo que me queda de orgullo antes de retirarme; pero uno nunca es sensato y viendo que se burlaba me atreví a decirle, no deberías de reirte, la proxima vez que nos veamos, te vas a arrepentir de que me vaya de tu vida. Y la risa fue carcajada. Pasaron cuatro años en que me rehusaba a volver al la ciudad de México, tenía compromisos, negocios y pendientes que no cumplía con tal de no regresar. Unas vacaciones mis hermanas llegaron a visitarme con un grupo de amigas, y me hice novio de una de ellas. Muy bonita, era modelo, y aparte una persona muy alegre, daba gusto estar cerca de ella, me hizo prometer que la visitaría pronto. El primer día que llegue la invite al teatro y a cenar, cuando pase a recogerla y la vi me sentía orgullosísimo de tener a una mujer así acompañandome. A mi me gusta mucho el teatro, pero no el comercial, así que decidí ir a ver La celestina, que desde que Fernando de Rojas la escribió hace como cuatrocientos años, la estaban representando en el mismo lugar. exagero, pero lo que quiero decir es que no era ni una obra de moda, era entre semana y en un teatro de fuera del circuito, de hecho la mayoría de los espectadores eran estudiantes que iban obligados por el maestro de literatura.También vale la pena comentar que la cd. de méxico es un megamounstro de 24 millones de habitantes, imposible encontrarte a alguien por casualidad. De hecho creo que en mi vida me llegó a pasar, y menos en mi momento de gloria. Me había puesto un traje, porque la cena era formal, y si, me sentía muy bien. Cuando nos vamos a sentar la vi de vuelta, iba con el marido, ya se había casado, le tuve que decir compermiso y me senté a tres lugares de ella, la vi de reojo inquieta hasta que ya no pudo aguantar más, hizo el marido a un lado y me llamo por mi nombre y me preguntó que estaba haciendo allí. Ya ves le contesté, vine al teatro. No le dije perra maldita con palabras, pero si con la mirada,Cuando le respondí con tanta soberbia me preguntó ¿si, pero como estas? Pues mira excelente como te darás cuenta, lo que se ve no se pregunta, Y me desentendí de ella para hablar con mi novia. En el intermedio me fui al lobby y ella tras de mi con el esposo que traía una cara de poquísimos amigos, pero yo me puse a platicar de lo mas contento sin tomarlos en cuenta. Todavía al final de la obra nos siguieron, sentía su mirada en mi esplada ,pero no le dí el gusto de voltear a verla. Ya no me importaba. Exactamente como debía de ser, como lo había imaginado tantas veces. Unos años después un amigo común me preguntó que le había hecho, porque era fecha que todavía me recordaba como el hombre de su vida. Nada le dije, está loca. No sé si tenga algo que ver con la magia, yo creo que si, y si no es el caso, de todas maneras me encanta recordarlo.

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