En éstos días estoy elaborando alrededor de los sistemas de creencias que sostienen el trabajo esotérico. Al contrario de lo que algunos pudieran pensar, el modelo basado la existencia de un mundo espiritual no es la única estructura sobre la que se puede establecer las operaciones mágicas. El hecho de que métodos de trabajo tan diversos, e incluso contradictorios deriven en la obtención de resultados, ha sido siempre fuente de perplejidad para mí. Por otro lado mi vida tengo la urgencia de delinear algunas operaciones de largo aliento -¿se puede aplicar la frase fuera del contexto literario?- antes del equinoccio vernal. Entretanto y a manera de entremés; un texto sobre esa clase de gente con la que nos topamos de tiempo en tiempo y que a falta de un término mejor llamamos vampiros síquicos.
Un sistema del aura poco desarrollado y con recursos energéticos deficientes tiende a crear un patrón de comportamiento de adaptación que suele invadir el sistema del aura de otras personas y absorber su energía. Este fenómeno se llama vampirismo síquico , tiene como resultado un aumento en las reservas de energía del vampiro psíquico y el desgaste o agotamiento energético de la otra persona. A pesar de que una interacción vampírica dura sólo algunos minutos, los efectos residuales sobre la víctima pueden notarse durante varios días. La falta de energía, los mareos, la tensión muscular, la dificultad de concentración, los dolores de cabeza y las náuseas son algunos de los efectos más comunes sentidos por las víctimas; sin embargo, sucesivos ataques vampíricos pueden producir fatiga crónica, desarreglos del sueño, irritabilidad, depresión e incluso enfermedad física. Todos hemos estado con personas que parecían dejarnos sin energías, y es muy probable que todos conozcamos individuos que suelen agotar o deprimir a los que tienen a su alrededor. Incluso en un encuentro que dure tan sólo unos minutos, el vampiro psíquico experimentado puede encerrarse dentro de nuestro sistema energético y rápidamente agotar nuestras fuentes de energía. A pesar de que en ese momento no hayamos atribuido nuestro agotamiento energético al vampirismo psíquico, probablemente nos hayamos puesto en guardia inconscientemente frente a sus ataques. Los vampiros psíquicos presentan una gran variedad de rasgos personales y de patrones de comportamiento. Muchos de ellos adoptan el estereotipo bien conocido de “mosquita muerta” o comportarse de manera halagüeña. A menudo no tienen ningún escrúpulo y se valen de cualquier medio para lograr sus fines. Pueden parecer pasivos y reservados, ocultando cualquier inclinación al vampirismo, pero cuando la ocasión lo requiere pueden ser muy agresivos e incluso intimidatorios; pueden valerse de la vulnerabilidad de la otra persona, esperando el momento oportuno para golpear, o bien pueden manipular a la víctima elegida por medio de regalos o halagos. En ámbitos laborales suelen ser personas con las que es muy difícil trabajar y cuyo rendimiento es muy dispar; a veces son altamente eficaces y otras totalmente inoperantes. A pesar de los disfraces tras los que se ocultan, los vampiros psíquicos son típicamente inseguros y vulnerables; si bien pueden adoptar un estilo autosuficiente, operan desde una posición de debilidad y no de poder. No suelen tomar consciencia de ellos mismo, pero son rápidos a la hora de emitir juicios sobre la gente que los rodea. Pese a estar totalmente centrados en ellos mismos y tratar a los demás en forma desconsiderada, a menudo se quejan de que el mundo es injusto con ellos. Sus relaciones personales son típicamente inestables. Puede decirse que muchas de estas personas presentan trastornos de la personalidad, con síntomas tales como inseguridad emocional, dificultad para controlar la ira, baja autoestima, sentimientos de hostilidad reprimidos que estallan esporádicamente. La interacción vampírica puede ser deliberada o espontánea por parte del vampiro, y consensual o no consensual por parte de la víctima. El típico ataque vampírico es espontáneo, por lo tanto, no requiere un esfuerzo consciente para iniciarlo ni para mantenerlo. En muchas interacciones de este tipo, ni el vampiro ni su víctima son conscientes de que se está produciendo una transferencia de energía de uno al otro. Si bien la víctima suele estar dentro del radio de visión periférica del vampiro, el ataque en sí puede llevarse a cabo incluso sin contacto ocular con los sujetos. Una vez que se ha dado cuenta de sus tendencias vampíricas, muchos vampiros psíquicos las racionalizan como una forma aceptable de satisfacer sus necesidades energéticas y, por consiguiente, planean sus encuentros vampíricos como cualquier otro evento social. Sus tácticas están diseñadas para implicar a un socio totalmente inocente en una interacción espacial cercana durante la cual tiene lugar el ataque inesperado. Los vampiros psíquicos despliegan su seducción, usan halagos desmedidos, manifiestan una amistad excesiva y muestran lo que les interesa de su propia intimidad para poder cautivar a sus víctimas y mantener la interacción durante la duración del ataque.
La solución más obvia pasa por evitar las interacciones de éste tipo, sin embargo al no ser ésto posible; es necesario aprender a proteger nuestro huevo aúrico, para ésto el ejercicio del pilar del medio y la circulación del cuerpo de luz de la la tradición Goldendawn son insuperables, especialmente si coloreamos nuestro aura de morado lo cuál nos aisla de la influencia del vampiro. La técnica se puede encontrar fácilmente en varios sitios de la red, así que no la voy a dar, sin embargo en el siguiente link hay una disertación muy interesante del manejo energético en las tradiciones oriental y occidental.
Un sistema del aura poco desarrollado y con recursos energéticos deficientes tiende a crear un patrón de comportamiento de adaptación que suele invadir el sistema del aura de otras personas y absorber su energía. Este fenómeno se llama vampirismo síquico , tiene como resultado un aumento en las reservas de energía del vampiro psíquico y el desgaste o agotamiento energético de la otra persona. A pesar de que una interacción vampírica dura sólo algunos minutos, los efectos residuales sobre la víctima pueden notarse durante varios días. La falta de energía, los mareos, la tensión muscular, la dificultad de concentración, los dolores de cabeza y las náuseas son algunos de los efectos más comunes sentidos por las víctimas; sin embargo, sucesivos ataques vampíricos pueden producir fatiga crónica, desarreglos del sueño, irritabilidad, depresión e incluso enfermedad física. Todos hemos estado con personas que parecían dejarnos sin energías, y es muy probable que todos conozcamos individuos que suelen agotar o deprimir a los que tienen a su alrededor. Incluso en un encuentro que dure tan sólo unos minutos, el vampiro psíquico experimentado puede encerrarse dentro de nuestro sistema energético y rápidamente agotar nuestras fuentes de energía. A pesar de que en ese momento no hayamos atribuido nuestro agotamiento energético al vampirismo psíquico, probablemente nos hayamos puesto en guardia inconscientemente frente a sus ataques. Los vampiros psíquicos presentan una gran variedad de rasgos personales y de patrones de comportamiento. Muchos de ellos adoptan el estereotipo bien conocido de “mosquita muerta” o comportarse de manera halagüeña. A menudo no tienen ningún escrúpulo y se valen de cualquier medio para lograr sus fines. Pueden parecer pasivos y reservados, ocultando cualquier inclinación al vampirismo, pero cuando la ocasión lo requiere pueden ser muy agresivos e incluso intimidatorios; pueden valerse de la vulnerabilidad de la otra persona, esperando el momento oportuno para golpear, o bien pueden manipular a la víctima elegida por medio de regalos o halagos. En ámbitos laborales suelen ser personas con las que es muy difícil trabajar y cuyo rendimiento es muy dispar; a veces son altamente eficaces y otras totalmente inoperantes. A pesar de los disfraces tras los que se ocultan, los vampiros psíquicos son típicamente inseguros y vulnerables; si bien pueden adoptar un estilo autosuficiente, operan desde una posición de debilidad y no de poder. No suelen tomar consciencia de ellos mismo, pero son rápidos a la hora de emitir juicios sobre la gente que los rodea. Pese a estar totalmente centrados en ellos mismos y tratar a los demás en forma desconsiderada, a menudo se quejan de que el mundo es injusto con ellos. Sus relaciones personales son típicamente inestables. Puede decirse que muchas de estas personas presentan trastornos de la personalidad, con síntomas tales como inseguridad emocional, dificultad para controlar la ira, baja autoestima, sentimientos de hostilidad reprimidos que estallan esporádicamente. La interacción vampírica puede ser deliberada o espontánea por parte del vampiro, y consensual o no consensual por parte de la víctima. El típico ataque vampírico es espontáneo, por lo tanto, no requiere un esfuerzo consciente para iniciarlo ni para mantenerlo. En muchas interacciones de este tipo, ni el vampiro ni su víctima son conscientes de que se está produciendo una transferencia de energía de uno al otro. Si bien la víctima suele estar dentro del radio de visión periférica del vampiro, el ataque en sí puede llevarse a cabo incluso sin contacto ocular con los sujetos. Una vez que se ha dado cuenta de sus tendencias vampíricas, muchos vampiros psíquicos las racionalizan como una forma aceptable de satisfacer sus necesidades energéticas y, por consiguiente, planean sus encuentros vampíricos como cualquier otro evento social. Sus tácticas están diseñadas para implicar a un socio totalmente inocente en una interacción espacial cercana durante la cual tiene lugar el ataque inesperado. Los vampiros psíquicos despliegan su seducción, usan halagos desmedidos, manifiestan una amistad excesiva y muestran lo que les interesa de su propia intimidad para poder cautivar a sus víctimas y mantener la interacción durante la duración del ataque.
La solución más obvia pasa por evitar las interacciones de éste tipo, sin embargo al no ser ésto posible; es necesario aprender a proteger nuestro huevo aúrico, para ésto el ejercicio del pilar del medio y la circulación del cuerpo de luz de la la tradición Goldendawn son insuperables, especialmente si coloreamos nuestro aura de morado lo cuál nos aisla de la influencia del vampiro. La técnica se puede encontrar fácilmente en varios sitios de la red, así que no la voy a dar, sin embargo en el siguiente link hay una disertación muy interesante del manejo energético en las tradiciones oriental y occidental.
3 comentarios:
Bueno, y claro está, para aquellas buenas almas que piensan que la mejor defensa es el ataque, hay que imaginar que una fuente de luz amarilla sale del plexo solar del susodicho vampiro y se conecta con el nuestro transmitiendonos su energía. Es aconsejable tener algo de experiencia previa en la operación, pero tampoco es una tarea ardua. ¿se han fijado lo ingenuos que son algunos estafadores? Esa es la idea, aunque tampoco vayan a pensar que la calidad energética de un parásito es tan recomendable. En otro orden de ideas, algunos ancianos desarrollan esa capacidad de vampirismo psíquico inconscientemente, es por eso que parecen rejuvenecer cuando tiene personas a su alrededor, especialmente niños, en éste caso un poco de caridad cristiana es recomendable
A los seres que absorben inconscientemente la energía de los demás, se les suele llamar esponjas, ¿no?, eso me comentaron alguna vez, cuando al estar en sitios muy abiertos y entre la muchedumbre, me solía sentir abrumada. Ahora ya no pasa eso, a pesar de que a veces entre mi hermano y yo nos intercambiamos la energía, quedando ambos revitalizados.
Eléctricamente Rosas Saludos.
Hola,como se hace para evitar un vampiro yo tengo uno muy cerca y me parecio muy veridico lo que se describe, asi suelo quedar,¿cuales son las tecnicas a seguir para no quedar tan mal ? gracias
Publicar un comentario